Solicitud
de incorporación para la Sociedad Nacional de Profesores (1911, 1919 y 1923)
Rodrigo
Reyes Aliaga[1]
Pontificia
Universidad Católica de Chile
reyesaliaga@gmail.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-2396-6989.
La Sociedad Nacional de Profesores (en adelante, SONAP) fue una de
las organizaciones magisteriales chilenas más importantes del siglo XX. Nacida
a fines de la primera década de 1900, prolongó su vida cerca de 61 años, hasta
que, en 1970, entregó el pulso inicial y vital para la creación del Sindicato
Único de Trabajadores de la Educación. Esta última organización logró unificar
a varias agrupaciones gremiales y funcionarias hasta el golpe de Estado de
1973, cuando fue proscrita, su personalidad jurídica revocada y sus dirigentes
perseguidos y asesinados.
Luego de su conformación, en diciembre de 1909 (El Mercurio, 9-12-1909, p. 13), la SONAP
atendió de forma urgente dos tareas. Primero, ser un polo cultural para el
profesorado, cuyos actos eran financiados por los mismos asistentes o miembros
del SONAP y realizados, inicialmente, en aulas del Instituto Nacional y la
Universidad de Chile para, luego, trasladarse a su local de Amunátegui 142 (La Nación, 24-12-1917, p. 15;
20-05-1918, p. 8). Segundo, organizar el cobro de una pequeña cuota, llamada
“cuota mortuoria”, que pretendía ayudar económicamente a sus deudos ante la
muerte intempestiva de un afiliado o afiliada. Su importancia era tal que
aparecía en la primera hoja de afiliación de SONAP, al interior de la segunda
versión de su reglamento interno, publicada por Imprenta Universitaria en 1911
(la primera era de 1910, casi al momento de su fundación).
Estas funciones orgánicas han permitido caracterizar, en
sus primeros años, a la SONAP como una organización de carácter mutualista
(Núñez, 1988, pp. 27-30; Sociedad Nacional de Profesores, 1915, pp. 8-10; La Nación, 28-06-1917, p. 11). Sin
embargo, a partir de la realización del Primer Congreso Nacional de Educación
Popular, celebrado en septiembre de 1914, los contenidos pedagógicos, de
defensa y promoción de la educación pública toman mayor relevancia, junto a aspectos
orgánicos. SONAP publica sus estatutos el 23 de junio de 1919, los que le
permitieron obtener su personalidad jurídica y la aprobación legal de los
mismos.
Con el fin de difundir su reciente armazón normativo, la
SONAP publica en formato de folleto sus estatutos (poco más de 20 páginas, tamaño medio carta), cuya edición
estuvo a cargo de la imprenta “El Globo”. En la portadilla de dicho folleto se
ubica la solicitud de incorporación de SONAP: una página prepicada y disponible
para que su poseedor la utilice en cualquier momento. Pero a diferencia de aquella de 1911, desplaza a pie de
página el tema de la cuota mortuoria y prioriza en los primeros lugares los datos
personales y la calidad de socio con la que se desea ser incorporado. Sin
embargo, el principal cambio de la solicitud de incorporación de 1919, con
respecto a la de 1911, es que uno de los requisitos es la firma de quien
promueve al nuevo afiliado/a. Es decir, el ingreso a SONAP estaba mediado no
solo por la petición individual, sino por el respaldo de alguien que
respondiera o apadrinara su incorporación.
Con la promulgación de la Ley de Enseñanza Primaria
Obligatoria de 1920, que contó con la participación y promoción de miembros
destacados de SONAP, se dio más espacio a la elaboración de políticas
educativas y a debatir las formas de impulsarlas. Un reflejo de estas nuevas
prioridades es la nueva edición de sus estatutos de 1923, que implicó un
esclarecimiento de su orden interno en cuanto a las funciones y las clases de
afiliados: activos[2],
cooperadores[3]
y honorarios[4].
Asimismo, los ingresos, los cambios en la calidad de los socios y las
expulsiones pasaban por el directorio (Sociedad Nacional de Profesores, 1923,
pp. 4-6). La diferencia entre socios residía en su calidad y derecho a voto en
las instancias de decisión, lo que creó una jerarquía interna de afiliados de
primera (activos) y segunda categoría (cooperadores) a partir de los estatutos
de 1923.
La solicitud de incorporación es incluida nuevamente como
portadilla en el folleto de los estatutos de SONAP de 1923, también editado por
la imprenta “El Globo”. Dicho folleto es una copia exacta de la de 1919, salvo
por la simplificación de firmas a solo dos, con la exclusión del timbre o firma
del director o delegado. Es la última vez que se incorporó al folleto estatutario de la sociedad. En reformas
posteriores, como las de 1926, 1930 o la última transformación orgánica de
1952, tampoco se incluye.
De esta manera, se cerraba la etapa inicial de SONAP,
donde, a través de su diseño orgánico, intentó pasar de ser una organización
mutualista de docentes a una organización que apuntara a construir propuestas
pedagógicas, insertarse en el debate público de la época e influir en las
políticas públicas de educación. En este sentido, los estatutos, además de
tener un afán informativo (enseñar a usar dichos estatutos o a memorizar su
reglamentación interna), era una herramienta de reclutamiento de afiliados, mediado
por la confianza y el patrocinio de algún socio.
A continuación, presentamos una fotografía de la solicitud
de incorporación, que demanda una serie de datos, como fecha, calidad de
afiliado o socio para la inscripción, además del nombre, edad, domicilio,
estado civil y empleo, finalizando con la firma del o de la nueva afiliada,
junto a quien lo o la promueve desde el interior de la organización. Hacemos
hincapié en que la calidad de afiliación a SONAP era el dato de mayor
importancia, pues permitía a la organización clasificar sus ingresos y ordenar los
nuevos esfuerzos.
De manera general, la finalización del uso de la ficha
hacia 1923 coincide con un cambio de rumbo de la organización: su transición de
sociedad mutualista a una organización de cuadros educativos, orientada a
contribuir en el debate público y, con posterioridad, a disputar
institucionalmente los objetivos, métodos y alcances de la educación. No
obstante, esta será la primera de varias transformaciones, que culminaría con
el cambio completo de estatutos en 1953, cuyos lineamientos se mantendrían
vigentes hasta su disolución en 1970.
Referencias
Fuentes primarias
Periódicos
El Mercurio (1909).
La
Nación (1917-1918).
Documentos
Sociedad Nacional de Profesores (1910). Estatutos
de la Sociedad Nacional de Profesores. Santiago: Imprenta Universitaria.
Sociedad Nacional de Profesores (1911). Estatutos. Reglamentos y acuerdos jenerales. Santiago: Imprenta Universitaria.
Sociedad Nacional de Profesores (1915). Memoria del presidente de la Sociedad
Nacional de Profesores correspondiente a 1915. Santiago: Editorial
Universitaria.
Sociedad Nacional de Profesores (1919). Estatutos. Santiago: Imprenta “El Globo”.
Sociedad Nacional de Profesores (1923). Estatutos de la Sociedad Nacional de
Profesores. Santiago: Editorial “El Globo”.
Fuentes secundarias
Núñez. I. (1988). Los gremios de magisterio. Más de setenta
años de historia. Santiago: Programa Interdisciplinario de Investigación en
Educación.
Documento N° 1
[1] Rodrigo
Reyes Aliaga es licenciado en Educación con mención en Filosofía por la
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, y magíster en Historia
por la Universidad de Santiago. Tiene estudios en Ciencias Sociales y es
candidato a doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
[2] Los socios activos debían ser maestros/as de cuarenta años o menos, ser profesores activos en la enseñanza pública, haber ejercido en los últimos cinco años o haber obtenido el título de profesor/a en alguna institución pública.
[3] Los socios cooperadores eran aquellos maestros o maestras de más de cuarenta años que cumplieran con los mismos requisitos de titulación o experiencia pedagógica de los socios activos.
[4] Los socios honorarios eran personalidades prominentes del ámbito de la educación, benefactores de la SONAP y socios que hubiesen cumplido más de veinte años como afiliados.